Días atrás se conoció la situacion de una joven venezolana de 18 años que fue a su primer día de trabajo en un comercio de ropa del vecindario porteño de Balvanera y fue presuntamente intoxicada y abusada por su empleador, Ireneo Humberto Garzón Martínez.
En este momento, el letrado que protege al hombre, Edgardo Cantore, aseguró a la prensa que el sujeto “ni drogó ni violó” a la chavala. Para , se trató de un convenio; y es lo que procurará probar en la causa donde el sospechoso está encausado por abuso sexual agravado por ingreso carnal.
El letrado asegura que la joven y el hombre venían conversando por Whatsapp y que le mandaba “corazoncitos” (sic), lo que para sería rastro de algún género de vínculo. ” le dio alcohol pues le solicitó”, relató Cantore. Y especificó: “han tomado jugo de naranja con vodka”.
Es más: para la defensa, la joven le solicitó dinero al empleador en lugar de tener sexo con y, en el momento en que llegó la Policía -afirma- “quizá fingió que se encontraba inconsciente”. Aclaración: el razonamiento toca paso a paso los sitios recurrentes de la justificación machista frente capítulos como este.
Mareada
Hasta este día, Garzón se había negado a charlar, pero en las últimas horas trascendió que declarará mediante una videoconferencia y desde su hogar en frente de la fiscal Silvana Russi y la jueza Karina Zucconi.
La madre de la supuesta víctima propagó un mensaje condenatorio: “Señora jueza, escuche a las víctimas, escuche a la Argentina y a todos y cada uno de los países que se sumaron en esta pelea de justicia. El día de hoy es por mi hija que ha podido charlar, y por tantas otras que tuvieron temor.
El hecho se causó el sábado 23 de enero. Esa mañana, la chavala fue hasta un local de venta de uniformes pensando que se presentaba a su primer día de trabajo.
Según con el testimonio de su hermana, al rato la muchacha le escribió diciendo que “el dueño le había dado una sustancia y se sentía mareada”. Asustada, compartió con la dirección donde estaba, lo que dejó ofrecer las coordenadas al 911. En el momento en que los efectivos se presentaron en el sitio, vieron que tenía las persianas bajas.
La chica afirma que tras reportar lo que ocurría a su hermana, empezó a sentirse más mareada. Los efectivos la sacaron de ahí en aparente inconsciencia, entre chillidos y lamentos.