Horacio Verbitsky fue quien inició el escándalo. No fue por una investigación, sino más bien por una confesión: contó de qué forma había accedido a la vacuna para impedir el coronavirus merced a su amistad con Ginés González García. El periodista lo ha dicho en radio y desató un escándalo que acabó con la renuncia del ministro y un golpe al Gobierno con el que se identifica. Verbitsky volvió a referirse al tema y solicitó perdón, reconoció que fue un fallo y trató de espantar cualquier interpretación sobre su accionar. “Mi vacunación en el Ministerio de Salud fue un fallo grave, del que me arrepiento, y por el que solicito excusas. Acepto sin disculpas la parte que me toca y acepto todas y cada una de las críticas recibidas”, aseguró.
Verbitsky explicó mediante un artículo anunciado en el lugar Cohete a la Luna, donde relató su versión de los hechos. En el artículo hay autocrítica, protege a Ginés y acaba con una ironía: “El único consuelo es constatar cuánta gente digna y pura nos circunda y no nos habíamos dado cuenta”, afirma al cerrar la carta.
El comienzo
Verbitsky se encuentra dentro de los cronistas mucho más predominantes en Casa Rosada y, más que nada, en el Centro Patria. El viernes desató el escándalo al contar en El Destape Radio que había sido vacunado. Nuestro personaje principal enseña que frente a la incomodidad de ser vacunado, fue derivado al vacunatorio VIP, pese a tener turno en el Hospital Posadas. “Desde la secretaría privada del ministro me señalaron que un equipo ambulante del hospital lo haría en nuestro Ministerio. No debí haberlo permitido”, aceptó.
En su carta, el periodista busca desmentir que haya tenido segundas pretenciones con su confesión. “Va a haber quienes vacilen, por el hecho de que durante muchos años salió estructurando un estereotipo sobre mí que excluye actos tontos o sencillamente estúpidos. Se alardea que siempre y en todo momento actúo en forma racional y se procuran motivaciones escondes, que en un caso así llegaron a extremos surrealistas, como que fue un obsequio de cumpleaños a Cristina, a fin de que el gobierno se desembarazara de Ginés”, afirma.
El artículo terminado
Debo explicaciones a todos los que leen del Cohete y a quienes prosiguen mi trabajo y mi militancia ya hace bastante tiempo. Mi vacunación en el Ministerio de Salud fue un fallo grave, del que me arrepiento, y por el que solicito excusas. Acepto sin disculpas la parte que me toca y acepto todas y cada una de las críticas recibidas, tal como agradezco las tan varias comunicaciones de solidaridad y aprecio. Si lo hice y, más que nada, si entonces lo conté sin que absolutamente nadie me lo preguntara, es pues no advertí que fuera algo incorrecto, el ejercicio de un privilegio.
Va a haber quienes vacilen, pues durante muchos años salió estructurando un estereotipo sobre mí que excluye actos tontos o sencillamente estúpidos. Se alardea que siempre y en todo momento actúo en forma racional y se procuran motivaciones escondes, que en un caso así llegaron a extremos surrealistas, como que fue un obsequio de cumpleaños a Cristina, a fin de que el gobierno se desembarazara de Ginés.
Comprendo el pedido de renuncia que le elaboró Alberto, deploro su salida del gobierno y sugiero leer su carta de despedida. Allí, aparte de marcar un cómputo de su administración, después del desastre de los 4 años del neoliberalismo, el ex- ministro afirma que la gente vacunadas en el Ministerio forman parte a los conjuntos incluidos en la población propósito de la campaña vigente. Es exactamente lo mismo que me ha dicho en el momento en que, alarmado frente al noveno contagio en mi familia, que englobó desde septuagenarios hasta bebés de un año, y con una víctima mortal después de semanas de padecimiento, lo consulté sobre si me correspondía. Me mencionó que sí y que debía llevarlo a cabo en el Hospital Posadas, entre los tres nacionales, que es dependiente del Ministerio. Días después conseguí el momento.
Pero horas antes, desde la secretaría privada del ministro me señalaron que un equipo ambulante del hospital lo haría en nuestro Ministerio. No debí haberlo permitido.
Amigos bien premeditados me proponen respuestas polémicas sobre los privilegiados que denuncian permisos, la pésima administración de la Localidad Autónoma en frente de la pandemia y la vacunación, donde no hay un cronograma y se abren las academias sin las condiciones mínimas. Asimismo me mandan memes simpáticos y oraciones acertadas de Arturo Jauretche.
Todo eso es verdad y mi ex-, que tiene mucho más de 70 y es médica, jamás logró crear una cuenta ni en los teléfonos ni en la página web de la CABA.
Pero nada de eso me justifica. Por contra, desgasta mi reclamo de un trato igual y de precaución particular a los mucho más atacables. Lo mucho más aceptable que se me sucede es reconocerlo y soliciar perdón.
El único consuelo es constatar cuánta gente digna y pura nos circunda y no nos habíamos dado cuenta.