La Reina Letizia y el Rey Felipe VI de España inauguraron el nuevo edificio del Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Helga de Alvear en Cáceres, Extremadura, España.
El nuevo edificio fue desarrollado por el arquitecto Emilio Tuñón.
Helga de Alvear es una galerista y coleccionista de arte alemana habitante es España. Su actividad profesional en todo el mundo la inició y ha creado en este país. En el año 2020 consiguió la Medalla En todo el mundo de las Artes de la Red social de La capital de españa. Actualmente, su compilación incluye mucho más de 3000 piezas de artistas españoles y también de todo el mundo; y el apunte revelador es que Helga ha donado su compilación al museo.
La misión que persiguen desde esta fundación es ayudar a la conciencia pública sobre el arte y gracias a ello, tienen la práctica de prestar proyectos a instituciones de todo el planeta.
Un instante incómodo
La asistencia de la reina Letizia y el rey Felipe a Cáceres marcó su primer acto juntos fuera de la Red social de La capital de españa. La pareja recorría las instalaciones al paso que la anfitriona iba escoltándolos mientras que explicaba en aspecto las peculiaridades de las distintas maravillas artísticas.


No obstante, hubo un episodio que incomodó en extremo a la monarca. Quienes la conocen, dan fe de que Letizia no valora el contacto físico. En verdad, desde el instante en que es una parte de la corona de españa los expertos en protocolo y cronistas que prosiguen la agenda real saben que Ortiz Rocasolano detesta saludar con un apretón de manos tradicional a bastante gente, y que en los actos oficiales elige saludar desde lejos. De ahí que no cambió bastante con la llegada del coronavirus, ya que desde antes evitaba el contacto.
Por esa razón una situación vivida en esta inauguración causó enorme malestar en la reina. En las fotografías de la visita se puede ver que la mujer alemana emplea el barbijo bajo la nariz, y además de esto la mujer se tomaba fuertemente del brazo de Letizia, ya que tiene inconvenientes de movilidad.
En verdad, quienes allí estaban cuentan que, al caer en la cuenta del malestar de la reina, y meditar que podía sentirse insultada, Helga le solicitó excusas rápidamente por su “atrevimiento”; y que el ademán de complacencia y cariño de la soberana fue la contestación; tratando dejar en claro que la situación no le había molestado.


Un look reciclado
Letizia Ortiz decidió, para la ocasión, usar un atuendo que hacía 4 años tenía en su clóset. Hablamos de un diseño de tweed blanco de Felipe Varela que estrenó en 2017. Es un vestido tradicional, que no pasa de tendencia y que exhibe además de esto que la soberana sostiene de manera perfecta su figura frecuente, ya que le prosigue quedando como un guante.
Respecto a los complementos, usó un cinturón para remarcar la cintura, bolso de la firma Nina Ricci y stilettos negros de Manolo Blahnik.