Romina Milagros Rodríguez, apodada por Diego Maradona como “Monona“, fue la responsable de cocina a lo largo del último año de vida del astro del fútbol. La mujer en cuestión lanzó un conmovedor testimonio en los programas “El espectáculo de los escandalones” y también “Intrusos”, y dio datos sobre el ídolo y su ambiente.
Romina contó que quienes acompañaron al Diez en los últimos días eran el plantel de seguridad, su sobrino, el secretario y el masajista. Había que llevar su malhumor. Si no deseaba comer no comía, tenía sus horarios, era todo como deseaba. Si no comía , no comía nadie: deseaba poner a dieta a todos, lechuga y tomate para todos, me afirmaba. La chef asimismo expuso el costado más vulnerable del Diez: A más que nada le hacía falta una mamá. Extrañaba bastante a su madre. En el momento en que planchaba venía a la cocina a contarme sus anécdotas de chaval. Que viajaba en tren, sobre sus hermanas… Amaba a su familia.
Respecto a la rutina día tras día de Maradona, Monona especificó: Desayunaba un café con tostada con queso de untar y mermelada de arándanos. El mate le agradaba para comunicar. Siempre y en todo momento deseaba sopa, de verdurita, con pollo. Era simple, iba de un radical al otro, por ahí me solicitaba de comer osobuco y otro día rana. Y el pescado le encantaba. Le agradaba bailar y escuchaba todos y cada uno de los días a Rodrigo Tapari. Tenía sus instantes de bajonazo, de tristeza.
Sobre la relación con las hijas, recalcó con énfasis: estuvieron siempre y en todo momento. Gianinna, en el momento en que la llamaba, se encontraba. Con Jana era otro vínculo, no era lo mismo que con las otras. Era paternal pero no tan pegado como con los otros chicos. Eran todos iguales pero era distinto. Dalma asimismo, pero se charlaba bastante por teléfono. Todos y cada uno de los hijos estuvieron presentes.
Respecto a Rocío Oliva, Monona apuntó: No fue más a la vivienda. Acabaron bien. Después comenzó a ir más Verónica con Dieguito, lo adoraba. Entraba el nene y le modificaba el humor de forma automática. A lo último se llevaba re bien, un nudo precioso tuvo con su hijo. Jugaban, iban al patio.
Además de esto, la mujer descubrió que no la indemnizaron y que piensa llevar a cabo ningún género de reclamo legal: Por el hecho de que me quedo con lo que conocí de Diego, que me enseñó bastante. Un tipo bueno, sabio, humilde. Las hermanas son divinas. Tiene una familia grande y bella, lástima que no se lleven bien entre . El sueño de Diego era agrupar a su familia en una mesa. Podrían haberle dado el gusto y caretearla.
Monona asimismo descubrió alarmantes datos del final del ídolo: No se despertaba, se encontraba como ida. Lo desafiaba, le afirmaba vamos Diego. Les afirmaba a los médicos que prosiguieran tratando, que no se iba a dejar fallecer. Nadie podía creerlo. Fue re duro. Estábamos todos intentando de revivirlo. Se encontraba la enfermera con el de seguridad pero es patraña que la psiquiatra le hacía el RCP, pues no sabía ni de qué manera se hacía. Me afirmaban a mí que le hiciese respiración boca a boca, y no podía. Era una disparidad, ese recuento quedó en mi cabeza por días. En el medio vino un médico vecino y nos mencionó que prosiguiéramos realizando eso. Estábamos todos afuera y salió una médica y ha dicho ahora está. Para mí ha dicho basta de todo. Diego hacía milagros, era un marciano. Podría estar vivo. Para mí que se encontraba fatigado. Gianinna llegó en el momento en que estaban las ambulancias. no sabía si proceder a aliviarla o dejarla sola. Después llegaron todos, todo el planeta. Claudia, Verónica, Gianinna, Dalma, todos.