Luis Ventura se refirió a su hijo Antonio, de seis años, que estuvo internado la semana anterior pero que fue dado de alta hace pocos días. Desde su columna en el portal de Crónica, el periodista se charló a corazón abierto sobre su hijo al lado de Fabiana Liuzzi.
La carta completa:
No deseo abrir una puerta que, tras una suma de imprudencias cometidas por mí, supe cerrar, para no proseguir dañando a los seres que mucho más amo en este planeta. Pero sí deseo dejar perseverancia de una historia de vida que se ha paseo en un estricto minuto a minuto existencial, y que se llevó adelante con bastante esfuerzo, varios desvelos y por sobre todas y cada una de las cosas, con mucha fe.
Esa vida de la que el día de hoy hablo me forzó a escapar del aire en el momento en que trabajaba como siempre y en todo momento lo hago en Fantino a la tarde, pues un llamado telefónico me avisó que una crisis neurológica en el cerebro de mi hijo forzaba a una internación urgente. Con la anuencia y la contención de Alejandro Fantino y mis compañeros de trabajo me zambullí en mi coche, fui a buscar a Antoñito y lo internamos en una clínica que conocen a mi hijito, quien tuvo numerosos capítulos de esta clase, pero jamás difundidos. En esta ocasión, la televisión evitó un régimen guardado y deseo argumentar nuestra situación a fin de que no se propaguen cosas que no son y que llegado la situacion, el día de hoy le puede ser útil a muchas personas que no sepa accionar en frente de tamaño desafío familiar y de salud.
Mi hijo es un niño seismesino, de maduración prematura y que desde el momento en que nació debió recibir tratamientos y estimulaciones destacables. Ni mejores ni peores; particulares, diferentes. Esto me llevó a saber la inconmensurable y también sin limites dimensión de la medicina neurológica argentina que frecuentemente no entendemos o no conocemos.
Mi instinto natural de padre me llevó a buscar todas y cada una de las elecciones de calidad de vida Antoñito fue y es lo que Dios me envió y se merece todo cuanto esté a mi alcance. De este modo es que procuré ciencia, medicina, expertos, tratamientos, pasos alternos, clínicas, sanatorios, institutos y todo lo que pudiese beneficiar a Antoñito, y la peleé de visitante, torazo en rodeo extraño, en un lote que no es el mío, pero guiado por el furor de un padre que no se da por vencido.
De este modo pasé por INECO, por el FLENI, por la clínica Trinidad, por la excelencia de Facundo Manes, por el respetado neurólogo Nicolás Schnitlzer, por el infaltable y sublime neurólogo Alejandro Andersson, por el enorme doctor Hugo Beherens, por muchas cepas del cannabis, por infatigables acompañantes terapéuticas, por los trámites habilitantes de un niño de habilidades particulares Y ponerme a argumentar pausadamente todo lo mencionado es realmente difícil, de ahí que el silencio y la reserva.
Pero pasó lo que pasó, y leo y escucho cosas que tienen la posibilidad de reportar equivocadamente y ocasionar pensamientos y procederes capaces de dañar. De ahí que esta explicación. Antoñito tiene en su colosal cabeza un cerebro que ocasionalmente le crea descargas eléctricas desaforadas y acotadas que hasta el primer día de la semana 8 eran manejadas. Pero ese día sus reacciones se tornaron incontrolables pues eran muy aceleradas, se ocasionaba daño en su cuerpito y como creció y se pone fuerte, costaba resguardarlo a fin de que no se hiriera. De ahí que su internación, que no fue la única, para efectuarle múltiples estudios, entre aquéllos que está la medición de la actividad eléctrica en su cerebro y hallar al fin y al cabo las maneras de encauzar su historia neurológica en la búsqueda de la normalidad.
Valoro y agradezco las cadenas de frases y oraciones iniciadas, la multitud que me acerca a caminos de fe y promesa y más que nada a nuestros médicos y también institutos de salud argentinos que son humana y a nivel científico gloriosos. Mi hijo y su familia la proseguimos peleando y poco a poco nos encontramos ganando otra guerra. Ni la primera ni la última, solo otra. Y si vos andas viviendo algo semejante, no bajes la guarda y tienes que luchar todos y cada uno de los partidos hasta el pitazo final. Entregarse es fallecer, no te lo dejes. Te lo digo .